Arash Arjomandi, discípulo cercano de Eugenio Trías, junto a quien se nutrió de los principios fundamentales de la inteligencia fronteriza, intenta descubrir aquí, en compañía del lector, las prescripciones o reglas para tener una vida buena (según expresión de muchos filósofos), es decir, aquellas prácticas cotidianas que sincronicen, de un modo sostenible, la satisfacción con la vida, por un lado, y el placer o deleite, por otro.
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Si bien este texto es resultado de un pensamiento filosófico profundo, tiene la pretensión de serle útil al gran público. Ello responde al principal móvil que le guía siempre en sus trabajos: contribuir, desde la meditación filosófica, al bien común promoviendo cambios creativos en los hábitos de pensamiento y, por tanto, en los hábitos de actuación.
En medio de la ingente cantidad de ensayos que se publican cada año sobre la felicidad, la gran innovación de este libro es que no adopta una perspectiva psicológica del asunto, sino que apuesta por una visión filosófica, aunque práctica; en ningún caso, abstracta. De ahí que sea un texto orientado, de parte a parte, a la provisión de instrumentos reflexivos pero útiles para cualquier tipo de lector, aunque no tenga el menor interés por la filosofía.
Arjomandi continua en este libro el estilo de escritura que inauguró en su anterior ensayo, La alquimia filosofal, un subgénero que, en la prensa, Pablo d’Ors denominó halagüeñamente intriga filosófica, es decir, un género ensayístico que persigue, mediante pistas racionales, la demostración de una intuición a la manera de una pesquisa detectivesca.
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